En su reciente artículo, Anacláudia Rossbach, directora ejecutiva de ONU-Hábitat, destacó que la rápida expansión de zonas urbanas ya no solo es una tendencia, sino también es una crisis.
“La expansión urbana no planificada, impulsada principalmente por las crecientes necesidades de vivienda y el crecimiento de asentamientos informales que alberga a más de 1,100 millones de personas amplifica los riesgos climáticos”.
En este sentido recordó que las viviendas, edificios y construcción son responsables de hasta el 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Por lo que posiblemente los residentes podrán experimentar aumentos significativos de temperatura en 2040, sumado a que un tercio de la población en ciudades vivan con temperaturas anuales que superen los 29°C.
Si bien el tema ambiental es una fuerte problemática, Rossbach explicó que las ciudades también enfrentan otros retos: brechas sociales y económicas.
“La actual crisis mundial de la vivienda afecta a más de 2,800 millones de personas en todo el mundo. Al mismo tiempo, la inversión en vivienda social ha disminuido, y la mayoría de las regiones destinan menos del 0,5% del Producto Interno Bruto (PIB)”.

Expansión de zonas urbanas puede ser su misma solución
Anacláudia Rossbach mencionó tres claves principales que se pueden implementar para convertir la crisis de la expansión de las zonas urbanas en una oportunidad.
“La clave está en repensar las políticas urbanas, las funciones sociales y ecológicas del suelo, la legislación y la financiación para priorizar la vivienda y los servicios básicos como catalizadores de la acción climática y el desarrollo sostenible. Es necesario hacer explícito el vínculo entre la vivienda asequible, las ciudades bien planificadas y equitativas y el desarrollo sostenible”.
1.- Optimizar el uso de la tierra para obtener beneficios ecológicos, económicos y sociales. Este enfoque “reducirá las emisiones, mejorará la accesibilidad y liberará el potencial sin explotar de las zonas urbanas”.
2.- Centrarse en la vivienda y el uso de los materiales de construcción sostenibles, a la par de desarrollar los mercados locales, ya que esto reducirá la huella ambiental. Ambos sectores “cumplen con una doble función: crear puestos de trabajo, estimular la economía y hacer que la vivienda sea más sostenible y respetuosa con el medio ambiente”.
3.- Los servicios básicos deben integrarse sin fisuras en la planificación urbana, garantizando una inversión adecuada en infraestructura: agua, energía limpia, saneamiento y transporte. “Son cruciales no sólo para el bienestar de los residentes, sino también para mitigar y adaptarse al cambio climático, asegurando que las ciudades sean resilientes y sostenibles para las generaciones futuras”.