Las oficinas dentro de las naves industriales no son simples espacios administrativos; de acuerdo con SiiLA son el cerebro que coordina el movimiento de un cuerpo colosal.
En este sentido, es importante no confundir el espacio corporativo dentro de un espacio industrial “con aquellas que han sido parcialmente reconvertidas para integrar áreas administrativas o las que han sido completamente adaptadas para uso corporativo”.
Los espacios de oficinas en las naves industriales no solo responden a una necesidad funcional, sino también a factores regionales, industriales y de diseño.
“Por ejemplo, en Reynosa, las oficinas ocupan en promedio el 8% de área bruta rentable (ABR), mientras que en Querétaro y Guanajuato el promedio es del 4% y 3%, respectivamente. Estas variaciones están directamente relacionada con el tipo de industria predominante en cada región, las culturales corporativas de las empresas y la estrategia operativa de cada compañía”.
Según datos de SiiLA, las naves logísticas asignan un 6% del ABR de su superficie a oficinas para que se enfoquen en cuestiones de administración y control, donde el flujo continuo de mercancías y el cumplimiento preciso de tiempos reducen la necesidad de una presencia administrativa robusta.
“Los desarrolladores suelen proyectar apenas un 3% (de ABR) como base inicial, dejando estos espacios sin acondicionar para que, más adelante, puedan adaptarse a las especificaciones de los inquilinos. Esta flexibilidad permite que algunas naves excedan con creces el promedio nacional”.
Sin embargo, en naves enfocadas en manufactura y última milla la proporción sube a un 7% y 8%, respectivamente. Contar con personal administrativo cercano a las líneas de producción es esencial para monitorear la calidad, resolver imprevistos y mantener el flujo operativo sin interrupciones.

Diseño integral de las oficinas dentro de naves industriales es esencial
Las oficinas dentro de las naves industriales proporcionan diversas ventajas; facilitan la supervisión directa, mejoran la comunicación entre áreas administrativas y operativas, y reducen los tiempos de respuesta ante imprevistos.
Pero también existen ciertos riesgos, “cada metro cuadrado destinado a oficinas compite directamente con el espacio para el almacenamiento o producción, y un diseño deficiente puede generar áreas subutilizadas si las necesidades del inquilino cambian”.
Por lo que SiiLA resalta que el desafío no solo está en determinar cuántos metros cuadrados deben destinar a oficinas, sino garantizar que cada metro tenga un propósito claro.
“Un diseño inteligente y bien planificado puede lograr que incluso una superficie reducida cumpla su función sin interferir con la operación productiva […] Mientras los gráficos y llamadas en las oficinas dictan el curso de los números, las máquinas al otro lado del muro continúan a paso firme. Dos mundos que coexisten en un mismo espacio, donde cada metro cuenta”.